jueves, 18 de febrero de 2016

¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo?

Trastorno obsesivo-compulsivo



Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad pudiendo producir una importante discapacidad: la OMS lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una prevalencia del 0,8 % en los adultos y del 0,25 % en niños y adolescentes, y entre las 5 enfermedades psiquiátricas más comunes . Diversos estudios científicos demuestran que los pacientes que sufren un TOC tienen una calidad de vida muy baja , ya que esta condición puede ser mental y físicamente agotadora, y en sí misma ser causa de incapacidad laboral temporal o permanente. Las obsesiones comunes incluyen miedo a contaminarse, miedo de que la persona o los demás están en peligro, necesidad de mantener el orden y la exactitud y dudas excesivas. Las compulsiones más comunes que se realizan en respuesta ritualista a estas obsesiones incluyen lavarse las manos, contar y acumular y arreglar cosas .El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad(como la agorafobia y la fobia social) caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas, denominadas compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad asociada. El TOC está recogido dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV).
Son muchas las teorías que intentan explicar las causas del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), por lo que se cree que podría ser una combinación de varias de ellas. Se sabe que hay factores genéticos importantes que se implican en su desarrollo (pero el modo de transmisión es todavía desconocido) y que la educación recibida en la infancia juega un papel importante en su aparición, sobre todo si se trata de formas de educar demasiado rígidas. Lo cierto es que no se sabe exactamente cuál es la causa concreta, pero la combinación de factores biológicos (antecedentes familiares de TOC) y sociales (tales como padres sobreprotectores y controladores o sucesos vitales estresantes) pueden explicar las alteraciones que se han encontrado.
Es característico que la persona que sufre un TOC sea reacia a desvelar a los demás sus síntomas, por lo que resulta frecuente que acudan en busca de ayuda muchos años después de la aparición del problema, así como la presencia de cuadros de depresión concurrentes(de hecho, alrededor de un 34% de los obsesivos sufren de depresión en el momento de diagnosticarles la enfermedad, mientras que un 66% la sufrirá a lo largo de su vida).
Se observa que en ambos sexos el matrimonio es tardío y que la tasa de fertilidad de los mismos es muy baja . Las personas con TOC comúnmente tienen un nivel educacional e inteligencia superior a la media (de hecho la propia naturaleza del trastorno precisa de patrones mentales más complicados que los comunes) y son competentes profesionalmente, pero su vida personal y familiar es insatisfactoria, dadas las interferencias que el TOC ejerce sobre ellos. Debido a que los rituales compulsivos son a menudo tediosos y les hacen perder mucho tiempo, los obsesivos tienden a llegar tarde al trabajo/escuela de manera sistemática, lo que puede generar problemas laborales y familiares  . Por otro lado y según diversos estudios realizados, muchos de los obsesivos se encuentran aislados y tienen muy pocos amigos (o quizá ninguno), ya que la necesidad de realizar sus rituales obsesivos y compulsivos hace que, a menudo, les quede muy poco tiempo o energía que dedicar a los amigos o la familia.
Es importante que si se detecta alguno de los síntomas la persona sea tratada por un profesional, ya que el TOC sin tratar puede ser uno de los trastornos más irritantes y frustrantes. Una persona con TOC se da cuenta de que tiene un problema. Normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta. Los pacientes suelen sentirse culpables de su conducta anormal y sus familiares pueden enfadarse con ellos porque no son capaces de controlar sus compulsiones. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o, incluso, colaborar en sus rituales (acción que se considera contraproducente).
El descubrimiento de que algunos fármacos son eficaces en el tratamiento del TOC ha cambiado el punto de vista que se tenía de este problema neurológico. Hoy no solo existen terapias eficaces, sino que también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que producen este problema neurológico y una búsqueda de nuevos tratamientos.
El tratamiento farmacológico del TOC se basa en la utilización de antidepresivos ya sean los clásicos tricíclicos o los más modernos inhibidores de la recaptación de la serotonina. Estos últimos tienen una eficacia de mejora en el 40 al 60% de los pacientes y con unos efectos secundarios que son generalmente asumibles. Uno de los más corrientes es su efecto en la sexualidad, porque provoca inhibición y dificultades en alcanzar el orgasmo . De hecho, estos inhibidores son de los fármacos que más pueden interferir en las relaciones sexuales ya que funcionan aumentando los niveles de serotonina y, en consecuencia, reduciendo la impulsividad, la ansiedad y, también, el deseo [estudios demuestran que un 80% de aquéllos jóvenes sanos que toman paroxetina (un serotoninérgico) padecen disfunción sexual]  . Debido a ello, en algunas ocasiones se hace uso de dopaminérgicos (los cuales no tienen el efecto negativo sobre la sexualidad de los serotoninérgicos) tales como la agomelatina (Valdoxán) . Otras limitaciones del tratamiento farmacológico son que hay muchos pacientes que no responden a él y que cuando se deja la medicación el trastorno vuelve independientemente del tiempo que se haya estado tomando, con lo que una sustancial proporción de pacientes tratados solo con medicación, tienen que plantearse su utilización durante toda su vida (alrededor de un 70%-90% de los pacientes tratados con medicación recaen después de unas pocas semanas en caso de suspender el tratamiento) . Por su parte, el "tratamiento natural" del TOC, basado en el precursor de la serotonina L-5-Hidroxitriptófano, a pesar de haberse mostrado más efectivo que el triptófano, actualmente carece de evidencia clínica que pruebe la eficacia de su utilización.

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